Hay varias técnicas de cultivo que difieren según el entorno, la zona de cultivo de ostras, las tradiciones, las propias ostras y el perfil del intermareal (zona de costa expuesta durante las mareas). La acuicultura actual cuenta con tres técnicas principales de cultivo: en elevación, en suspensión y en el suelo.
La técnica de cultivo elevado de ostras implica cultivar ostras en una estructura (mesa, marco o caballete) instalada sobre el sustrato en parques intermareales. Las ostras se colocan en bolsillos que se giran regularmente para evitar la proliferación de algas. Este método de cultivo es más común a lo largo de la costa atlántica en Bretaña y Normandía, gracias al sistema de mareas.
La ausencia de mareas en el Mediterráneo ha impulsado el desarrollo de técnicas de cultivo de ostras en suspensión. Las ostras se colocan en redes de perlas o linternas, que cuelgan de mesas de cultivo, manteniendo las ostras continuamente sumergidas. Una vez que alcanzan un tamaño de 2 a 3 cm (T15), las ostras se pegan a cuerdas con cemento y se vuelven a sumergir hasta alcanzar el tamaño comercial.
Otra técnica de cultivo de ostras en suspensión, conocida como "filières", permite la inmersión total de las ostras. Este método sigue el mismo principio que las mesas de cultivo del Mediterráneo, pero en lugar de estar sujetas a mesas de cultivo, las linternas o cestas cuelgan de cables estirados entre dos boyas.
Existen dos métodos de cultivo de ostras en el suelo: en suelo emergido y en aguas profundas.
En el cultivo de ostras en suelo emergido, las ostras se siembran en áreas que quedan expuestas durante la marea baja (en la zona intermareal). La cosecha se realiza luego mediante dragado.
El cultivo de ostras en el suelo en aguas profundas implica sumergir completamente las ostras en jaulas (cultivo en jaulas). De esta manera, las ostras no están directamente en el suelo como en el cultivo en suelo emergido.